martes, 18 de octubre de 2011

El progreso de la ciencia.

La ciencia avanza demasiado rápido. En la última década los señores de bata blanca y pelo desaliñado no dejan de sorprendernos.

Muchos de sus progresos son positivos y beneficiosos para la sociedad, aunque otros no tanto. Algunos están dañando progresivamente el entorno (el aumento del CO2, el agujero de la capa de ozono...).
Cuando el humano cree que con la ciencia ha superado a la naturaleza ocurren desastres como el de la central nuclear de Chernóbil, hace 25 años, o más recientemente el de Fukushima, en el norte de Japón. 
Otras veces los 'genios' dicen que necesitan experimentar con seres vivos, normalmente se recurre a los animales y esto está haciendo que muchas especies se extingan. También se está llegando al extremo de utilizar a las personas como 'conejillos de indias', especialmente en países del tercer mundo  y en Asia. Uno de los gremios más criticados son las grandes farmacéuticas, y más tras la película ‘El Jardinero fiel’ que denuncia la utilización de personas para probar medicamentos. En concreto estos sucesos se remontan al año 1969, cuando Nigeria estaba sufriendo una gran epidemia de meningitis. La  compañía Pfizer aprovechó la oportunidad para probar una vacuna (Trovan) que aún se encontraba en la última fase de desarrollo. Esto tuvo como resultado la muerte de muchos niños y malformaciones en otros cuantos.

Con todo esto no es de extrañar que muchas veces el progreso científico choque con la ética e incluso con la religión. ¿Hasta dónde llega la ciencia moralmente aceptable? Está claro que la humanidad tiene que seguir progresando pero no podemos permitir que la ciencia avance más rápido, es algo que tiene que ir de la mano.